No tan violenta pero sí triste
Pier Paolo Pasolini, Una vida violenta.
Traducción de Miguel Ángel Cuevas.
Nórdica, 2023.
Pasolini, al margen de su carrera cinematográfica, fue un gran observador de la realidad romana periférica. Ni siquiera hoy al turista medio le interesan los barrios de Garbatella o la Tiburtina, que son, por otra parte, el centro de atención de algunos cantautores como Francesco de Gregori. Dentro del caos romano, estos lugares están hoy plenamente comunicados con el centro aunque esto no era así en la época en que Pasolini concibió esta novela.
Un romano de Garbatella, como el protagonista Tomasso, era un desterrado, un muchacho sin quehacer y sin atributos como no fueran las pequeñas gamberradas que proponía la pandilla. Desplazarse al centro de Roma era un viaje y sobrevivir en el barrio una lucha diaria entre gente humilde, huertos, prostitutas y ladronzuelos.
La vida de Tomasso y sus amigos es violenta no en el estilo del realismo sucio norteamericano sino por las puñaladas de la vida. En esta buena traducción se pierde algo el carácter dialectal y de suburbio que tiene la novela pero el autor pronto percibe que se integra en un viaje vital completamente opuesto al que por entonces propuso la película Vacaciones en Roma o los escritores de la dolce vita como Flaiano. Pasolino pretendía otra cosa, un recorrido misericordioso y compasivo por el infierno en los ojos de una especie de Lázaro de Tormes de la periferia romana.
Cuesta arrancar con esta novela. Pero una vez metidos en el viaje, es todo un hallazgo, una obra maestra.
Tiempo de lectura: lectura lenta, una semana como poco.
Recomendado para: lectores interesados en el neorrealismo, en las situaciones difíciles.
Contraindicaciones: cuesta encontrar el enganche, hay que tener paciencia.
Calificación: ****